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Rivaldo

es uno de los mejores centrocampistas ofensivos que ha habido en el deporte rey. Su elegancia, su intuición para saber cuándo atacar y su capacidad para marcar goles espectaculares de la nada le convirtieron en un jugador fantástico. Se convirtió en un icono mundial cuando fichó por el Barcelona, donde disfrutó de una de las mejores etapas de su vida como futbolista. Durante su Durante su carrera, ganó varios torneos tanto para sus clubes como para su país.

BRASIL

Rivaldo se crió en Encruzilhada, una favela muy dura de Recife (Brasil). Superó obstáculos extremos para convertirse en el mejor jugador del mundo. La vida en Recife iba más allá del nivel de pobreza. De niño estaba tan desnutrido que perdió los dientes. Su padre murió cuando él tenía sólo 15 años. Su padre era el único que creía. Hasta el final, fueron inseparables. "Siempre nos decía que uno de los tres hermanos sería futbolista profesional", cuenta Rivaldo.

Al igual que Garrincha, era cojo de niño. Su capacidad atlética y su impulso interno superaron cualquier contratiempo cultural o físico. Su infancia estuvo muy lejos de la educación mimada de La Masía. 

Su talento era inconfundible. Fue seleccionado por los gigantes brasileños Corinthians y Palmeiras, y su gran oportunidad llegó con su fichaje por el Deportivo de La Coruña a los 22 años.

BARCELONA

En Barcelona, Bobby Robson acabó optando por fichar a Rivaldo en lugar de a Steve McManaman en 1997. Con él, los catalanes volvieron a recuperar los colores. 

En su primera temporada (junto a Pep Guardiola, Figo y Luis Enrique), Rivaldo marcó 28 goles para ayudar al equipo a conquistar la Liga y la Copa del Rey. El estrecho vínculo entre los jugadores contribuyó al éxito de todo el equipo. El rendimiento de Rivaldo fue sobresaliente durante todo el año, un buen indicio de lo que está por venir. 

BALLON D'OR

En 1999, Rivaldo ganó el Balón de Oro. Marcó 19 goles en el doblete de Liga y Copa del Barcelona. Al año siguiente, el Barcelona revalidó el título de Liga y, de nuevo, fue el director de orquesta del equipo, marcando otros 24 goles. 

Rivaldo también fue una inspiración para la selección brasileña, ya que la ayudó a llegar a la final del Mundial de 1998. Enfrentándose a Zidane, y a un equipo con la misión de triunfar en casa, Brasil no pudo frenarles y fue derrotado fácilmente. Su mayor triunfo llegó cuatro años después, cuando se convirtió en uno de los artífices de la quinta victoria de la selección en la Copa del Mundo, un récord.

Rivaldo es un cristiano muy reservado y devoto. Como es un poco recluso, los detalles de su vida no son fáciles de obtener. Prefiere donar sus fotos para ayudar a causas benéficas, como las gafas para los niños de Brasil, o colaborar en la fundación de una organización benéfica que lleva su nombre y a la que dona parte de su sueldo para poder ayudar a los niños de su tierra y también de Barcelona. "Mucha gente sigue viviendo en la pobreza, pero gracias a mi posición actual, mi nombre y mi reputación, puedo tenderles la mano", dijo Rivaldo con entereza y humildad.

Cuando se le pregunta cuál fue el momento clave de su carrera, recuerda: "Mi vida cambió cuando marqué este gol en un compromiso contra el Noroeste. Fue el 18 de abril de 1993, si no me equivoco. Enseguida se empezó a hacer la comparación con Pelé, que había intentado lo mismo, pero sin marcar. Cuando todo un país te compara con Pelé cuando sólo tienes 21 años, es algo muy especial. A veces el fútbol es cuestión de detalles. Para mí, el detalle fue este gol, que cambió mi vida. Realmente me abrió las puertas".

En una carrera estelar de más de 24 años, Rivaldo ganó 12 títulos de liga en seis países, una Liga de Campeones con el Milán y una Copa América y un Mundial con Brasil, y el Balón de Oro y el premio al mejor jugador del año de la FIFA en 1999. 

"Tenía 26 o 27 años. Para un futbolista, es la edad ideal. Estás al 100% y todo el mundo te respeta. Los jugadores que tienen que marcarte se quedan a dos metros de ti en lugar de pegarse a ti. Jugué varios partidos contra Zidane cuando estaba en el Real Madrid. Cuando él tenía el balón, yo iba hacia él 'por la forma', por así decirlo. Era mutuo. Cuando tenía el balón, veía que me respetaba. Cuando tienes a un Zidane o a un Rivaldo delante de ti, más vale que le dejes dominar... Si realmente quieres desafiarle y quieres evitar el ridículo, más vale que busques la ayuda de un compañero..." 

Hay una razón por la que estos tipos son leyendas. Su juego era inspirador e hipnotizante. Únase a nosotros. 

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