Envío mundial gratuito

Moneda

Desde que tenemos uso de razón, el fútbol goza de un prestigio casi mágico. Todos crecimos soñando con ser futbolistas. Soñábamos con marcar el gol de la victoria en la final del Mundial. Sólo unos pocos lo hicieron... y se convirtieron en leyendas.

Crecimos sin Internet, sin videojuegos (al menos durante un tiempo) y, en muchos sentidos, vivimos una vida sencilla. A una edad muy temprana, los deportes eran probablemente lo último en lo que pensabas. Pero un día, tu padre cambió el canal y te encontraste con el equipo que para siempre sería tu familia. Todos los equipos tenían EL número 10, el jugador que nos enamoró del juego. 

Al final, tu padre te llevó a inscribirte en el equipo local. Si tenías suerte, toda tu familia venía a ver tus partidos y te apoyaba totalmente. Si tuviste aún más suerte, llegaste al nivel profesional y comprendiste que nada te es regalado. 

Te enseñó que tienes que trabajar duro y luchar por tus sueños día tras día. Como jugador, te diste cuenta rápidamentel se dio cuenta de que, independientemente de su origen o del color de su piel, todos y cada uno de los jugadores son iguales y desempeñan un papel importante en función de sus habilidades específicas. Su valor dependía únicamente del trabajo que ponían en el juego, y nada más.

Desde entonces no hemos dejado de jugar. No importa la edad que tengamos. Hasta el día en que muramos, cuando olamos la hierba recién cortada o escuchemos a un famoso presentador de televisión decir "Señoras y señores... Buenas noches", nos transportaremos a nuestra juventud. El amor por el juego está incrustado en nuestras mentes y almas. Nunca se podrá igualar. Nada será comparable a la sensación que tenemos cuando dominamos física y mentalmente el juego. Absolutamente nada.

Muy pronto, sentimos una profunda conexión y admiración con el jugador que "lo tenía". Él era diferente. Podía ver el pase 3 minutos antes que los demás. Acariciaba el balón como nadie y hacía que todo pareciera fácil. Edson Arantes do Nascimento, Pelé, puede presumir de ser el mejor futbolista que ha visto el mundo. Es inútil discutir si es o no el más grande. Para nosotros, lo es, y punto. 

La Francia de mediados de los 80 era sinónimo de estilo, elegancia y juego bonito. El centro del campo de Francia: Platini, Giresse, Tigana y Genghini, y luego Fernández como su sustituto, probablemente un cuarteto nunca igualado desde entonces: LE CARRE MAGIQUE. Este centro del campo y el equipo de Francia apodado "El brasileño de Europa" encantaron a millones de personas. 

Hay muchos más jugadores y juegos que nos dieron alegría y recuerdos para toda la vida. No nos interesa una clasificación de todos y cada uno de ellos. Buscamos los lazos comunes que nos unen: el juego, la jugada, la poesía del maestro que dirige un equipo, el estilo que hizo que todos nos enamoráramos del deporte rey. 

¿Cuál era el tuyo?

Sé un TENLEGÉNERO.

Deja un comentario

Nota: los comentarios deben ser aprobados antes de su publicación.